Jamás el puro espejo de tu conciencia sana
empañes con las mancha de deshonrosa acción;
jamás con las miserias de la maldad liviana
desmientas tu cristiana y honrada educación
Jamás en el combate del bien y la impureza
sucumba deshonrado tu noble corazón,
ni al tentador halago de terrenal riqueza,
ni al miserable impulso de material pasión.
La honradez es tesoro tan verdadero
que no lo compra el oro del mundo entero
y el que la haya perdido será ante el Cielo
réprobo maldecido más que en el suelo
No extrañes que no premien en la existencia
los sentimientos puros
de tu conciencia
¡El hombre honrado
por el Juez de jueces
será premiado!
José María Gabriel y Galán
El hombre honrado y cabal es el hazmerreír. Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar lo falso como verdadero y lo verdadero como falso.
La sabiduría de los hombres honrados, por el contrario, consiste en evitar la ostentación y el fingimiento, en manifestar con las palabras su interior, en amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ultrajes sufridos por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen por una necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una insensatez toda obra conforme a la verdad.
De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.
(Libro 10, 47-48: PL 75, 946-947)