Los parlamentos democráticos no son recintos donde se discute, sino donde el absolutismo popular registra sus edictos.
A medida que el Estado crece el individuo disminuye.
Mientras más graves sean los problemas, mayor es el número de ineptos que la democracia llama a resolverlos.
La palabra humanidad en boca del católico es signo de apostasía, en boca del incrédulo presagio de matanzas.
Solo la muerte es demócrata.
La democracia en tiempos de paz, no tiene partidario más ferviente que el estúpido, ni en tiempos de revolución colaborador más activo que el demente.
La libertad para el demócrata, no consiste en `poder decir todo lo que piensa, sino en no tener que pensar todo lo que dice.
La democracia occidental es la dictadura de los débiles y de los necios (Bacaicoa dixit).
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Muy buenos los “escolios”, Belén.
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