He observado como las buenas gentes, prelados, sacerdotes y laicos se adherían a cada voluntad, a cada pensamiento y a cada vaivén teológico que el Vicario de Cristo iba sometiendo a la Iglesia. Había que ser humanista integral con Pablo VI, personalista con Juan Pablo II y Benedicto XVI y ahora periférico con Francisco. Con cada papa cambiaba la estrategia, cambiaba la bibliografía y la fe. Analizar la crisis que nos acecha es como un puzzle en el que cada pista te lleva a la siguiente.
Una de las claves podría ser seguir el pensamiento de cada papa postconciliar y ver cómo los diferentes movimientos eclesiásticos han hecho un guiño a las inclinaciones del papa de turno, muchas veces a costa de perder su identidad, para así estar más en la línea del pensamiento del Vicario de turno.
Hace días una señora comentaba que hasta Radio María había cambiado y predominaban los programas oenegeros y de voluntarios que marchan a Africa a abrir un pozo o a vacunar a niños desnutridos.
Siempre me ha dado la sensación cuando hablo con determinados sectores que sólo recuerdan sloganes postconciliares: “Buscar lo que nos une y no lo que nos separa”, “La Iglesia no puede estar siempre con el látigo”, “Hay que cambiar el lenguaje para acercarse a la gente” “la medicina de la misericordia” etc, etc.
Achacar y culpar de toda esta crisis a Francisco es muy injusto, sobre todo si analizas y lees con perspectiva muchas de las acciones y pensamientos de Pablo VI.
Todas aquellas personas que hemos afrontado la realidad del daño causado a la fe por Francisco, no podemos dejar de ver un paralelismo entre él y Pablo VI . Podríamos decir que el “humanismo antropocentrista” , incluso el “modernismo” de Francisco es la culminación de un humanismo y de un modernismo que triunfó en el concilio y que hoy adquiere tintes grotescos, como fue la desacralización de la catedral de Bolonia para instalar un comedor con urinarios incluidos, para dar de comer a decenas de pobres; es ese humanismo grotesco que en boca de Francisco hay que arrodillarse ante los pobres, pero quizás no tanto ante Jesús sacramentado. Podríamos seguir citando ejemplos en los que vemos cómo Dios ha pasado a un segundo plano, como parece ser que lo importante es el hombre y un mundo mejor, la paz, la madre tierra…desenfocando el centro que es Cristo. Así se habla en términos absolutos de libertad, de tolerar, de acoger, olvidando y escondiendo que si todo esto no está orientado a la Verdad no tiene ningún sentido y pierde todo su valor.
Dice el Padre Luigi Villa en su libro ¿Pablo VI , beato?
Paulo VI fue siempre un enigma para todos, como observó el
mismo Papa Juan XXIII. Pero hoy, después de su muerte, creo que
ya no es posible decirlo. A la luz, en efecto, de sus numerosos escritos,
discursos y de su comportamiento práctico, la figura de Paulo
VI es clara de cualquier ambigüedad. Aunque probar ese punto no
es fácil ni simple, siendo él un personaje de carácter muy complejo,
tanto cuando hablaba de sus “preferencias”, por vía de sugestiones
e insinuaciones, como cuando saltaba abruptamente de una idea a
otra, como cuando optaba por la Tradición, pero luego inmediatamente
prefería la “novedad”: todo en un lenguaje que era a menudo
muy impreciso. Si leemos, por ejemplo, sus discursos en las
“Audiencias Generales”, se verá un Paulo VI preso de una irreductible
dualidad de pensamiento, casi un conflicto permanente, entre
su pensamiento y el de la Iglesia, a la cual él debía, sin embargo,
representar.
Desde su tiempo en Milán, muchos ya lo llamaban “el hombre
de las utopías”, “¡un Arzobispo en búsqueda de ilusiones, sueños
generosos, si, aunque irreales!”… Lo que nos recuerda lo que Pío
X acostumbraba a decir de los “Líderes del Sillón(1): “…la exaltación
de sus sentimientos, la indiscriminada buena voluntad de
sus corazones, sus misticismos filosóficos, mezclados en alguna
medida de Iluminismo, lo llevaron hacia otro Evangelio, del cual
pensaron que era el verdadero Evangelio de nuestro Salvador…”(2)
(…)
Y así, abramos directamente las páginas de su Primer Discurso
al Concilio, en el cual Paulo VI hizo suyo, manifiestamente, el
principio de la “herejía Modernista” que el Papa Juan XXIII ya
había expresado en su Discurso de Apertura del Concilio, el 11 de
octubre de 1962, (un discurso, no obstante, que había estado inspirado
por el entonces Arzobispo de Milán, Monseñor Giovanni Battista
Montini), en el cual él dijo lo siguiente:
«… Pero, sobre todo, esa doctrina cristiana se ha estudiado
y expuesto a través de las formas de la investigación
literaria y de la formulación del pensamiento
contemporáneo».
Es llamativo leer la historia de la Iglesia y no aprender de ella. No ver como solo tras una dura batalla es como triunfa la Verdad. Batalla librada por santos, no por pusilánimes oficialistas que con su silencio cooperan con el mal. ¿O es que acaso creen que habrá victoria sin carrera, habrá premio sin sacrificio?
Entiendo que personas e incluso grupos se sientan cómodos en esta deriva, es más pueden considerar que es muy legítima.
Pero lo que no pueden negar es que lo que ahora predica la Iglesia no es lo mismo que lo que predicaba hace 60 años y que los documentos del Papa Francisco son diametralmente opuestos a los de San Pio X. Les invito a que comparen.
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1 Le Sillon fue un movimiento social, fundado en Francia en 1893 por Marc Sanguier.
Al principio, el movimiento adhirió a las directivas pontificias. León XIII y
Pío X honraron a Sanguier con alabanzas. El órgano del movimiento era el periódico
“Le Sillon” (el surco). Hacia 1903, sin embargo, el movimiento comenzó
a involucrarse en cuestiones político-sociales que lo llevaron a convertirse en
un “Centro de unidad moral” independiente de la doctrina de la Iglesia. De allí
la condenación infligida contra él por Pío X en 1910.
2 Cfr. San Pío X, “Lettre sur Le Sillon”, 25 de agosto de 1910, n. 41.
Qué pasó con una señora bien rara que se decía vidente y era como asesora de Pablo VI ??
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No he podido seguir la figura de Pablo VI, porque yo era muy pequeño. Pero compararlo con Francisco, me parece muy exagerado, por mucho que introdujese el Novus Ordo.
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Eso sí, cuando dijo aquello de que el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia, yo le habría espetado: ?Y quien le abrió la puerta?
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