«Siento en mi entorno a los innovadores que quieren desmantelar
el Sacro Santuario, destruir la llama universal
de la Iglesia, rechazar sus ornamentos, ¡Hacerla sentir remordimiento
de su pasado heroico! Bien, mi querido amigo,
estoy convencido que la Iglesia de Pedro tiene que hacerse
cargo de su pasado, o ella cavará su propia tumba
(…) Llegará un día en que el mundo civilizado renegará
de su Dios, en el que la Iglesia dude como dudó Pedro.
Será tentada a creer que el hombre se ha convertido en
Dios, que Su Hijo es meramente un símbolo, una filosofía
como tantas otras, y en las iglesias, los cristianos buscarán
en vano la lámpara roja donde Dios los espera, como la
pecadora que gritó ante la tumba vacía: ¿dónde lo han
puesto?».
(de: “Pius XII devant l’histoire”, por Mons. Georges Roche)