Hoy podemos empezar la semana recomendándoles un libro. Su autor Robert Spaeman y su traductor Fernando Simón Yarza, profesor de la universidad de Navarra.
Es un libro consolador para los tiempos que corren, en palabras de su traductor.
Este Salmo en concreto, goza de gran actualidad:
Hoy más que nunca los enemigos de la Iglesia, son mentira, son paja que se lleva el viento.
Señor , haznos ver que sin Ti nada somos:
los libros I y II ya están disponible en castellano, para el que los quiera comprar.
Les pasamos unos fragmentos del Salmo 62:
SALMO 62
1 Al Director. A Yedutún. Salmo de David.
2 Solo en Dios descansa mi alma, porque de Él viene mi salvación;
3 solo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.
4 ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede o a una tapia ruinosa?
5 Solo piensan en derribarlo desde su altura, y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen, con el corazón maldicen.
6 Descansa solo en Dios, alma mía, porque Él es mi esperanza;
7 solo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.
8 De Dios viene mi salvación y mi gloria, Él es mi roca firme, Dios es
mi refugio.
9 Pueblo suyo, confiad en Él, desahogad ante Él vuestro corazón: Dios
es nuestro refugio. (Pausa)
10 Los hijos de Adán no son más que un soplo, todos los hombres, una
apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo.
11 No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque
crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón.
12 Dios ha dicho una cosa, y he escuchado dos: «Que Dios tiene el poder
13 y el Señor tiene la gracia; que Tú pagas a cada uno según sus obras».
Comentarios al Salmo
Muchos salmos provienen de situaciones emparentadas,
situaciones de persecución, amenaza u opresión
del orante. Y, siempre y nuevamente, el orante es
el justo y los enemigos los injustos, cuyas motivaciones
se traducen en arrogancia, maldad y envidia. El
orante cristiano puede rezar los salmos como oración
del Señor, incluido el «Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has abandonado?». El aprieto y la opresión son frecuentemente
considerados como padecimientos de la
persona del orante aunque, también a menudo, como
sufrimiento del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. El orante
llama al pueblo de Dios a confiar en todo tiempo en el
Señor, a abrir su corazón ante Él. (…)
)El alma del orante del salmo 62 ha encontrado ya descanso.
(…) Por la esperanza. «Mi alma
encuentra descanso solo en Dios, porque de Él viene
mi esperanza». (…)
La felicidad del cristiano
consiste sobre todo en la esperanza. (…)
La causa del orante parece perdida de todas formas, y
los esfuerzos por hacerla caer innecesarios. Pero así se
ven las cosas —lo mismo hoy que hace siglos— desde
la perspectiva del vencedor. Los ateos militantes consideran
la fe en Dios como una causa que ha fracasado
por sí misma hace tiempo y que está condenada a la
ruina. Pese a ello, en lugar de esperar con calma a este
hundimiento, esta perspectiva no hace otra cosa que
aumentar sus energías. No soportan la «altura» en la
que se encuentra el orante. Se visten de apariencias de
tolerancia y respeto por los creyentes, pero en realidad
les domina el afán de exterminio. Fingen, pero finalmente
son víctimas de sus engaños. Proclaman la felicidad
del hombre, pero «los hombres no son más que
un soplo», «patraña y mentira». El salmo no dice solo
que mientan. Dice que son mentira, porque se mienten
a sí mismos. Y puesto que son mentira, no tienen ningún
peso. Son, como dice el salmo primero, «paja que
arrebata el viento» (Sal 1,4). Son «solo un soplo… En
la balanza suben rápido, son todos más leves que un
soplo».
Lo que los salmos nos enseñan es, una y otra vez,
la nulidad del hombre sin Dios. (…)
¡ Que arda tu corazón!